jueves, 17 de septiembre de 2015

El secreto eficaz para lograr un matrimonio feliz según J.R.R. Tolkien

Tolkien y Edith ya mayores; tuvieron cuatro hijos y casi toda la vida su economía fue muy ajustada, pero en la vejez, con el éxito de los libros, pudieron permitirse más vacaciones que antes y él pudo dedicarle más tiempo a ella 


Cuando conoció a su futura esposa, Edith, a la edad de 16 años, se enamoró locamente de ella y empezó inmediatamente a cortejarla de manera informal, llevándola a menudo a salas de té. Cuando el sacerdote que ejercía de tutor de Tolkien supo del romance, le prohibió seguir en contacto con Edith hasta que tuviera 21 años, para que no se distrajera de los estudios.

Tolkien obedeció de mala gana. Durante largos años esperó a la que él sabía que era su alma gemela. La vigilia de su vigésimo primer cumpleaños le escribió una carta en la que le declaraba su amor y le pedía su mano en matrimonio. Una semana más tarde estaban prometidos.

Edith de soltera

Enamorado de su esposa toda su vida
A lo largo de su vida Tolkien escribió poemas de amor a su mujer y en sus cartas a sus amigos escribe entusiasmado sobre ella. Pero tal vez el tributo más famoso e imperecedero que le dedicó a su amada esposa fue reflejar su romance en la historia mitológica de Beren y Lúthien en la Tierra Media. Es difícil encontrar un tributo más conmovedor.

Tolkien escribió a su hijo Christopher:
"Nunca llamé a Edith Lúthien, pero ella era la fuente de la historia que con el tiempo se convirtió en la parte principal del Silmarillion. Inicialmente fue concebida en un pequeño claro en un bosque lleno de cicutas en Roos, en Yorkshire, donde permanecí durante una breve temporada al mando de un puesto de avanzada de la Guarnición Humber y en el que ella pudo vivir durante un cierto tiempo conmigo. En esos días su cabello era negro azabache, su piel clara, sus ojos más brillantes de como tú los has visto y cantaba y bailaba".

Ni siquiera en la muerte Tolkien abandonó a su Edith. Está enterrado junto a ella bajo una única lápida donde están grabados los nombres de Beren y Luthien. Usando una frase muy común, Tolkien estaba muy enamorado de su esposa.



El amor verdadero duele
J.R.R. Tolkien estuvo felizmente casado durante 55 años. En comparación, el índice de divorcios actualmente es increíblemente alto y algunos, respecto al matrimonio monógamo, se rinden porque dicen que no es posible o no es sano. ¿Qué tenía el matrimonio de Tolkien que otros no tienen? ¿Por qué el suyo funcionaba? La respuesta es simple: él entendió que el verdadero amor implica la negación de uno mismo.

La noción actual del amor es puro sentimiento y está centrada especialmente en uno mismo. Si alguien te excita, si tu pulso se acelera, si te afirma a ti y a tus deseos, entonces puedes decir que estás enamorado según las definiciones actuales.

Aunque estaba profundamente unido a su mujer, Tolkien rechazaba esta idea superficial del amor. Él abrazaba la concepción católica del amor verdadero como sentimiento centrado en el otro y que implica el sacrificio de los instintos naturales y un acto firme de la voluntad.

Para ilustrar la profunda visión de Tolkien sobre el amor marital, quiero compartir un pasaje de una carta a su hijo, Michael Tolkien. Es un aspecto distinto de Tolkien que muchos desconocen. Para los que tienen un visión excesivamente sentimental del amor, sus palabras pueden ser sorprendentes, incluso ofensivas. Sin embargo, él expresaverdades que, si se entienden y abrazan, aportan verdad y felicidad duradera al matrimonio. He aquí una versión abreviada de su carta.

"Lo mejor llega mediante la negación, el sufrimiento"
»Los hombres no son [monógamos]. Negar lo contrario no es bueno. Los hombres no lo son y no es debido a su naturaleza animal. La monogamia, aunque ha sido durante mucho tiempo fundamental en el legado de nuestras ideas, es para nosotros, los hombres, un trozo de "ética revelada" según la fe y no la carne.

»La esencia de un mundo caído es que lo mejor no puede alcanzarse mediante un placer libre o lo que es llamado "auto-realización" (normalmente un nombre bonito para la auto-satisfacción, totalmente adversa para la realización del otro), sino por la negación, por el sufrimiento. La fidelidad en los matrimonios cristianos conlleva esto: una gran mortificación.

»Para un hombre cristiano no hay huida. El matrimonio puede ayudarle a santificar y a dirigir sus deseos sexuales hacia su fin adecuado; la gracia puede ayudarle en la lucha, pero la lucha permanece. No le satisfará (del mismo modo que el hambre se mantiene alejada con comidas regulares) y le proporcionará tantas dificultades para mantener la pureza en ese estado como le proporcionará alivio.

»Ningún hombre, a pesar del amor sincero que siente hacia su prometida y esposa cuando era joven, ha vivido fielmente con ella como esposa en mente y cuerpo sin elejercicio deliberado y consciente de su voluntad, sin el sacrificio. A pocos se les dice esto, incluso si han crecido "en la Iglesia". Los que están fuera de ella raramente lo han oído.

»Cuando el encanto desaparece o simplemente disminuye, piensan que se han equivocado y que aún tienen que encontrar a su verdadera alma gemela. La´verdadera alma gemela´ suele ser a menudo la siguiente mujer sexualmente atractiva que encuentran, con quien ellos podrían ciertamente estar casados con éxito si solo… Y aquí es cuando llega el divorcio, sustentado por ese "si solo…".

»Desde luego, como regla, tienen razón: cometieron un error. Sólo un hombre muy sabio puede, al final de su vida, hacer un juicio sólido sobre con quien, de entre todas las posibles oportunidades, ¡él debería haberse casado con éxito! Casi todos los matrimonios, incluso los felices, son errores en el sentido de que casi seguramente -en un mundo más perfecto o incluso con algo más de cuidado en este mundo tan imperfecto- ambos cónyuges podrían haber encontrados parejas más adecuadas.

»Pero la "verdadera alma gemela" es aquella con la que estás ya casado. En este mundo caído tenemos como únicas guías la prudencia, la sabiduría (escasa en la juventud, demasiado tarde en la vejez), un corazón limpio y la fidelidad de la voluntad…
(Cartas de J.R.R. Tolkien, págs. 51-52)

El amor es una batalla
Como he dicho, muchos se pueden sentir ofendidos por la claridad con la que Tolkien habla sobre el matrimonio. "Si de verdad amas a una persona" podrían argumentar, "¡no debería ser duro amarla! ¡No debería ser una lucha! ¿El matrimonio como mortificación? ¡Es una ofensa! Tú no debes amar verdaderamente a tu mujer".

Este tipo de pensamiento se olvida de un punto y es que el verdadero amor es una lucha contra el amor a uno mismo. Es una lucha contra nuestras naturalezas caídas y tremendamente egoístas. Es un morir que da la vida. Y cualquier hombre que sea honesto consigo mismo tiene que admitir que Tolkien tenía razón. La lucha por la castidad y la fidelidad no termina nunca, a pesar de lo mucho que ames a tu esposa.

La esencia del amor es un acto de la voluntad. En un matrimonio los sentimientos vienen y van. Los que tienen matrimonios felices son los que eligen - eligen amar a sus mujeres más que a ellos mismos, eligen sacrificar sus deseos a corto plazo por una felicidad a largo plazo, eligen dar en lugar de tomar.

¿Y sabes qué? Cuando eliges ser fiel, la felicidad inevitablemente llega. Muchos abandonan cuando las cosas se vuelven difíciles; si en cambio eligieran simplemente ser fieles y luchar, encontrarían la verdadera felicidad esperándoles al final de la batalla.

No es cuestión de ser compatibles, sino felices
Como otro católico felizmente casado, G.K. Chesterton, escribió una vez: "He conocido muchos matrimonios felices, pero nunca uno compatible. El único fin del matrimonio es luchar y sobrevivir al instante cuando la incompatibilidad se convierte en algo incuestionable. Porque el hombre y la mujer, como tales, son incompatibles".

En un matrimonio la verdadera alegría y la felicidad duradera son posibles. Innumerables matrimonios, incluyendo el de Tolkien, lo demuestran. Pero nunca encontraremos esta alegría si nos centramos en nosotros mismos. 

La paradoja es que debes olvidarte de ti mismo para encontrar la felicidad que buscas.

Hombres, si deseáis un matrimonio fiel y feliz debéis morir a vosotros mismos. Vuestra esposa debe estar en primer lugar. Tenéis que amarla a través del sacrificio y la negación de vosotros mismos, tal como Cristo amó a su esposa, la Iglesia. Este es el sencillo secreto que muchos olvidan.

(Publicado originariamente en inglés en The Catholic Gentleman; traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)


Tomado de: http://www.religionenlibertad.com

martes, 28 de abril de 2015

No olvidemos a Nuestro Angel de la Guarda


El Padre Pío experimentó en su vida encuentros con ángeles y llegó a conocerlos bien. Y también recibió locuciones interiores que tuvo que discernir de quien venían y como tenía que actuar respecto a ellas.

En una carta que escribió el 15 de julio de 1913 a Annita, le da, y nos da, una serie de invalorables consejos sobre cómo actuar con respecto al ángel de la guarda, a las locuciones y a la oración.
Querida hija de Jesús,
Que tu corazón siempre sea el templo de la Santísima Trinidad, que Jesús aumente en tu alma el ardor de su amor y que él siempre te sonría como a todas las almas que él ama. Que María Santísima te sonría durante todos los acontecimientos de tu vida, y abundantemente sustituya a la madre terrenal que te falta.
Que tu buen ángel de la guarda vele siempre sobre ti, que pueda ser tu guía en el camino escabroso de la vida. Que siempre te mantenga en la gracia de Jesús y te sostenga con sus manos para que no puedas tropezar en una piedra. Que te proteja bajo sus alas de todas las trampas del mundo, del demonio y la carne.
Tienes gran devoción, Annita, a este ángel bueno; ¡Qué consolador es saber que cerca de nosotros hay un espíritu que, desde la cuna hasta la tumba, no nos deja ni por un instante, ni siquiera cuando nos atrevemos a pecar. Y este espíritu celestial nos guía y protege como un amigo, un hermano.
Pero es muy consolador saber que éste ángel ora sin cesar por nosotros, ofrece a Dios todas nuestras buenas acciones, nuestros pensamientos, nuestros deseos, si son puros.
Por el amor de Dios, no te olvides de este compañero invisible, siempre presente, siempre dispuesto a escucharnos y listo para consolarnos. ¡Oh deliciosa intimidad!, ¡Oh deliciosa compañía! ¡Si tan sólo pudiéramos comprenderlo!
Mantenlo siempre presente en el ojo de tu mente. A menudo recuerda la presencia de este ángel, dale las gracias, órale a él, siempre mantén la buena compañía. Ábrete tu misma a él y confíale tu sufrimiento a él. Ten un miedo constante de ofender la pureza de su mirada. Sabe esto y mantenlo bien impreso en tu mente. Él es muy delicado, muy sensible. Dirígete a él en momentos de suprema angustia y experimentarás su ayuda benéfica.
Nunca digas que estás sola en la batalla contra tus enemigos. Nunca digas que no tienes a nadie a quien puedas abrirte y confiar. Harías para este mensajero celestial una grave equivocación.
Por lo que respecta a las locuciones interiores, no te preocupes, pero ten calma. Lo que se debe evitar es que tu corazón se una a estas locuciones. No les des demasiada importancia a ellas, demuestra que eres indiferente. Ni desprecies tu amor, ni el tiempo para esas cosas. Siempre da respuesta a estas voces:
“Jesús, si eres tú el que está hablandome, dejame ver los hechos y las consecuencias de tus palabras, es decir, la virtud santa en mí”.
Humíllate delante del Señor y confía en él, gasta tus energías por la gracia divina, en la práctica de las virtudes, y luego deja que la gracia obre en ti como Dios quiera. Es la virtud la que santifica el alma y no los fenómenos sobrenaturales.
Y no te confundas a ti misma tratando de entender qué locuciones vienen de Dios. Si Dios es su autor, uno de los signos principales es que en cuanto escuchas esas voces, llenan tu alma con miedo y confusión, pero después, te dejan una paz divina. Por el contrario, cuando el autor de las locuciones interiores es el diablo, comienzan con una falsa seguridad, seguido de agitación y un malestar indescriptible.
No dudo en absoluto de que Dios es el autor de las locuciones, pero hay que ser muy cauteloso porque muchas veces, el enemigo mezcla una gran cantidad de su propio trabajo a través de ellas. Pero esto no te debe asustar, éste es el juicio al que fueron sometidos, incluso los más grandes santos y las almas más ilustradas, y que fueron aceptables al Señor. Debes sencillamente tener cuidado de no creer en estas locuciones con demasiada facilidad, sobre todo cuando ellas se relacionen en cómo debes comportarte y lo que debes hacer. Debes recibirlas y enviarlas a juicio de quien te dirige. A continuación, debes resignarte a su decisión.
Por lo tanto lo mejor es recibir las locuciones con mucha cautela e indiferencia constante. Compórtate de esta manera y todo va a aumentar tu mérito ante el Señor. No te preocupes de tu vida espiritual; Jesús te ama mucho, y trata de corresponder a su amor, siempre avanzando en santidad delante de Dios y de los hombres.
Ora vocalmente también, que aún no ha llegado el momento de dejar estas oraciones, y con paciencia y humildad soporta las dificultades que experimentas en hacer esto. Que estés pronta también a someterte a las distracciones y la aridez, y no debes, de ninguna manera, abandonar la oración y la meditación. Es el Señor que quiere tratarte de esta manera para tu provecho espiritual.
Perdóname si termino aquí. Sólo Dios sabe lo mucho que me cuesta escribir esta carta. Estoy muy enfermo, reza mucho para que el Señor pueda desear librarme de este cuerpo pronto.
Te bendigo junto con la excelente Francesca. Que puedas vivir y morir en los brazos de Jesús.
F. Pio
Fuentes: Te Deum, Signos de estos Tiempos
(artículo extraído de: http://forosdelavirgen.org/70396/imperdibles-consejos-del-padre-pio-sobre-como-tratar-al-angel-de-la-guarda-y-las-locuciones-interiores-2013-10-03/#.VRB4iTWGcqc.facebook)

jueves, 16 de abril de 2015

Missale Romanum - Siglo XIV



Este Misal escrito a mano, en latín, data del año 1362, Siglo XIV. Es una copia escaneada del autentico ejemplar que se conserva hoy día en la Biblioteca de Tolouse en Francia. Para descargarlo todo en pdf (mas de 500 paginas y más de 400 MB) puede hacer click Aquí

En caso tal que el enlace no aparezca puede descargarlo directamente Aquí o mas abajo en los detalles del mismo encontrara el enlace tambien. 



Type : manuscrit     Missale Romanum 
Titre unif. :Missel des Ermites de saint Augustin
Missel des Augustins
Public./Date :1362
Desc. Mat. :Vélin, 253 ff., 2 colonnes, lettres historiées, 3 peintures pleine page, miniatures, encadrements, figures, armoiries ; hauteur 360 mm., format A.
Type :
Note :
Année 1362.
Précédé d’un calendrier. - A la fin, la note suivante : « Laus tibi sit, Christe, quoniam liber explicit iste. — Facta fine pia te laudo virgo Maria. — Anno Domini nostri Christi Jesu M° CCC° LXII°, die Xa mensis septembris, hora meridie, completus fuit liber iste per me G. de Lasrieias scribentem, et in hospicio Augustinensium Insule Albigesii me existente, et b littera dominicali currente. Et fecit ipsum fieri seu scribi religiosus frater Bernardus Gualhinerii, ordinis sancti Augustini episcopi et confessoris. — G. » - Riche ornementation. A chaque mois du calendrier, une petite miniature représentant les travaux du mois ; quelques-unes manquent ; jolis encadrements. Au dernier mois, un écusson d’azur à une poule avec ses poussins au naturel. Ce sont probablement les armes parlantes de frère Bernard Galinier, possesseur du manuscrit. — Dans l’intérieur du volume, nombreuses miniatures dont quelques-unes très jolies, particulièrement aux feuillets 1, 8, 9, 10, 13, 15, 16, 74, 80, 118, 128, 129, 132 ; à partir du feuillet 164, nombreuses figures pour le propre des saints. Au feuillet 121r°, une grande peinture représentant la Trinité sous la forme de 3 hommes semblables, enveloppés dans un seul manteau ; au-dessous saint Augustin, assis, remet le livre de sa règle à des nonnes et à des moines. — Au feuillet 170r°, autre grande peinture, composée de trois parties : en haut, prêtres officiants ; au milieu de la page, saint Augustin, mort, entouré de religieux et de nonnes de son ordre ; en bas, saint Augustin à la tête des moines de son ordre. Au verso une peinture en 2 compartiments, représentant le Christ dans sa gloire et le jugement dernier. — La plupart de ces peintures sont encore bien conservées, et d’une grande fraîcheur de tons.
Mf. 259
Contient :
Ref. bibl :
Catalogue général des manuscrits des Bibliothèques publiques des départements, t. VII. Paris : Imprimerie nationale, 1885, p. 46
Leroquais, Sacramentaires et missels, t. II, 316
Archéologie du livre médiéval : p. 14, n° 2 et p. 8
Galabert (F.). L'art du livre dans la région de Toulouse jusqu'en 1789 : p. 17, n° 2
Manuscrits à peintures en France du XIIIe au XVIe : p. 29, n° 50
Porcher (J.), Mesplé (P.). Dix siècles d'enluminure : p. 35, n° 52
Voir et comprendre le Moyen Age : Visuelle et gestuelle. Exposition. Musée des Augustins, du 7 mars au 30 mai 1994 : pp. 8, 39-41
Arvengas (H.). Le Couvent des Augustins de Lisle au XIVe siècle : pp. 30-31
Auriol (A.). L'Apocalypse du couvent des Augustins : Tome IV, pp. 108-117
Caillet (M.). Les richesses de la Bibliothèque municipale de Toulouse, 1960, pp. 35-36
Carbonell (Y.), Péligry (C.). Le Missel de...
Condon (V.). Text and illustration in the Medieval : Chapitre XVI (12 p.) et pp. 42-45
Czaplicki-Haruna (H.). Les manuscrits enluminés toulousains de la fin du XIIIe siècle au milieu du XIVe siècle : l'état de la question : pp. 43 et 50-52
Delaruelle (E.). Une miniature de Moissac et la Majestas Domini : Tome 68, pp. 153-163
Delisle (L.). Notice sur les manuscrits de Bernard Gui : Tome XXVII, 2e partie, § 160 bis, 162 bis, 163, 165, 166, 170, 191, 192, 197 bis, Apopendice, Chapitre XXVIII, p. 443
Auriac, (E.d'.). Histoire de l'ancienne cathédrale : p. XXXVIII
Laburthe (M.). Recherches sur les manuscrits enluminés du XIVe siècle du couvent des Augustins de Toulouse conservés à la bibliothèque municipale de Toulouse par Martine de Laburthe : pp. 36-68
Leroquais (V.). Les sacramentaires et les missels : Tome II, p. 316
Mesuret (R.). De Barcelone à Toulouse échanges et rencontres dans la Peinture Medievale : vol. XIII, p. 251
Porcher (J.). L'enluminure française, 1959 : p. 86
Porcher (J.). Trésors d'enluminure du Languedoc : p. 15
Régimbaud (G.). La figure animale des manuscrits des XIIIe et XIVe siècles de la Bibliothèque municipale de Toulouse
Samaran (C.), Marichal (R.). Catalogue des manuscrits en écriture latine portant des indications de date, de lieu ou de copiste : Tome IV, p. 385
Salmi (M.). La miniatura fiorentina gotica, 1954
Senft (B.). Etude sur l'enluminure des Annales
Vernet (A.). Histoire des bibliothèques françaises : Tome I, p. 134
Patrimoine public et Révolution française : constitution des collections toulousaines : exposition, Toulouse, Réfectoire des Jacobins, 29 mai-29 septembre 1989. Toulouse : Bibliothèque municipale, 1989, pp. 141-143, n° 12 et p. 94
Cote :Bibliothèque municipale de Toulouse, Ms. 91
URL :http://numerique.bibliotheque.toulouse.fr/ark:/74899/B315556101_MS0091
Sujet :
Provenance :Augustins (Couvent de Toulouse). Possesseur
Galinier, Bernard. Possesseur
Document :http://catalogues.toulouse.fr/web2/tramp2.exe/do_keyword_search/log_in?setting_key=BMT1&servers=1home&query=ms00091
Droit :Bibliothèque municipale de Toulouse -- domaine public

viernes, 13 de febrero de 2015

INDULGENCIA PLENARIA A LA HORA DE LA MUERTE PARA IR AL CIELO SIN PASAR POR LAS DURAS PENAS DEL PURGATORIO

Hemos tomado esta entrada del excelente blog "CATOLICIDAD" debido a su importancia, promulgacion y promoción en todos los ambitos católicos del mundo entero. Porfavor propagen esto con sus amigos, familiares para que sea de conocimiento de tan grande regalo que nos deja Dios Padre para nuestra alma y salvación eterna.

INDULGENCIA PLENARIA A LA HORA DE LA MUERTE PARA IR AL CIELO SIN PASAR POR LAS DURAS PENAS DEL PURGATORIO

ES IMPORTANTE CONOCER ESTO, TANTO PARA NUESTROS FAMILIARES Y AMIGOS COMO PARA NOSOTROS MISMOS.



A lo largo de mi vida he visto como muchos buenos y piadosos católicos no conocen del precioso regalo, en forma de indulgencia plenaria, que nos ofrece la Iglesia a la hora de morir. Ciertamente, son muchos los que por ignorancia - tanto propia como del clero - llegan a morir sin recibir tan piadosa bendición. Este acto, realizado con fe, otorga la indulgencia plenaria a la hora de la muerte a los enfermos. Así pues, todo su dolor, sufrimiento, incomodidades, etc serán ofrecidas al buen Señor para expiar la culpa de nuestros pecados aún en vida, para así, a la hora de morir, evitar los horribles pero buenos tormentos del muy Santo Purgatorio. Así pues, si se muere en estado de gracia y luego de recibir la Indulgencia Plenaria In Articulo Mortis (que aplica a la hora de morir, y no a la hora en que se realiza la bendición) el alma de ese buen católico será prometida, al igual que el buen ladrón al lado de Cristo en el Calvario:

El ladrón dijo a Jesús: "Acuérdate de mi cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc. 23:42,43).

Aquí os dejo, pues, el ritual intacto de la Indulgencia in Articulo Mortis.

¡Leedlo y meditadlo! ¡Dejad que Cristo, Dios mismo, os hable!

Tarea: Imprimir esta indulgencia y regalársela a al menos un sacerdote. También, deben dar a conocer esto a sus hermanos, en especial a los más piadosos y a aquellos que se encuentran en agonía. Realicen, además, alguna otra indulgencia por los benditas ánimas del Santo Purgatorio.
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El ritual se puede descargar e imprimir con más facilidad aquí.
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RITUAL DE LA BENDICIÓN APOSTÓLICA CON

INDULGENCIA PLENARIA 
"IN ARTICULO MORTIS"
(Ritual Romano, tít. VI, cap. 6) 
¡Señor, ten misericordia de nostros y del mundo entero!


I- Advertencias previas.
1. Cuando se da la Bendición Apostólica en seguida después de la Sagrada Unción o del Santo Viático, se comienza por la oración Clementissime, teniendo sin embargo en cuenta la rúbrica no. 4.

La Bendición Apostólica con indulgencia plenaria en el momento de la muerte suele darse después del Sacramento de la Penitencia, de la Eucaristía y de la Extremaunción a aquellos enfermos que la pidieron cuando estaban sanos de espíritu y en plena posesión de sus facultades, o que verosímilmente la hubieran pedido, o que dieron signos de contrición; debe darse a estas mismas personas, incluso si después se encuentran privados del uso de la lengua y de los otros sentidos, o si cayeron en delirio o demencia. En cambio debe negarse absolutamente a los excomulgados, a los impenitentes y a los que mueren manifiestamente en pecado mortal.

2. El Párroco o el Sacerdote que asiste al enfermo, revestido con la sobrepelliz y la estola morada, entra en la habitación donde se encuentra recostado el enfermo y dice: Pax huic dómui, etc. Luego rocía al enfermo, a la habitación y a los presentes con el agua bendita, diciendo la antífona: Aspérges me, etc.

3. Si el enfermo quiere confesarse, escuche su confesión y absuélvalo. Si no pide confesarse, indúzcalo a hacer un buen acto de contrición; si hay tiempo, instrúyalo brevemente sobre la virtud y eficacia de esta bendición; Luego enséñele y exhórtelo a invocar el santísimo nombre de Jesús, al menos en su corazón, a llevar de buen grado las molestias y dolores de la enfermedad en expiación de la vida pasada, y a ofrecerse a Dios, dispuesto a aceptar en adelante todo lo que le plazca, y a morir con paciencia en satisfacción de las penas que ha merecido pecando.

4. Instrucción y preces.

Luego consuélelo con palabras santas, despertando en él una esperanza firme, de que obtendrá, por efecto de la liberalidad divina, la remisión de las penas debidas y la vida eterna: con este fin podrá hablar al enfermo con las palabras siguientes u otras semejantes.

NOTA: DONDE SE OFRECE LA TRADUCCIÓN LATÍN-ESPAÑOL, EL SACERDOTE PUEDE ELEGIR CUAL DE LAS DOS TRADUCCIONES UTILIZAR.

II – Instrucción
Voy a darte, hermano mío, la Bendición Papal. Es una gracia más que el Señor te concede en tu enfermedad. Es también una demostración del amor y solicitud de la Iglesia por el bien de tu alma.

La Bendición Papal es una bendición extraordinaria, que el Santo Padre hace llegar a los enfermos por intermedio de los Sacerdotes. Por la Bendición Apostólica se perdona toda la pena temporal debida por los pecados. El efecto de esa absolución se aplica en el momento de la muerte, pero el derecho a recibir tan extraordinario beneficio se adquiere desde el momento en que se da la Bendición. En nombre del Papa vengo, pues, a darte este regalo espiritual.

Ofrece a Dios, con toda resignación, los sufrimientos e incomodidades de tu enfermedad, en expiación de tus pecados; entrégate en sus manos para que disponga de ti y de todas tus cosas, inclusive de tu propia vida, como le agradare.

Invoca ahora el nombre de Jesús con todo tu corazón para que te dispongas a ganar esta indulgencia, y continúa repitiendo este nombre de salvación durante toda tu enfermedad.

Repite interiormente:
III - Preces

V. Para que mis sufrimientos y enfermedades sean aceptados en expiación de mis culpas. R. ¡Óyeme, Jesús!

V.
 Para que en todo me conforme con tu voluntad. R. ¡Óyeme Jesús!

V. Para que no se pierda en mi alma el mérito de tu pasión R. ¡Óyeme, Jesús!

V. Para que me seas propicio en el día del juicio. R. ¡Óyeme, Jesús!

V. Para que mi esperanza no desfallezca.
R. ¡Óyeme, Jesús!

V. Para que no sea confundido eternamente. 
R. ¡Óyeme, Jesús!

V. Para que mi alma alcance la gloria de la compañía. de los santos. 
R. ¡Óyeme, Jesús!
IV- Breve acto de contrición.

¡Jesús, mi Señor y Redentor! Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
V - Versículos y oraciones.

Luego se dicen las preces, que sin embargo podrán omitirse.


V. Nuestro auxilio está en el nombre del Señor. R. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.
R. Que hizo el cielo y la tierra. 
R. Qui fécit caelum et terram.
 
Antífona. No te acuerdes, Señor, de las culpas de tu siervo (sierva) ni tomes venganza de sus pecados.
Antíphona. Ne reminiscáris, Dómine, delícta fámuli tui (fámulas tuae): neque vindíctam sumas de pecátis ejus .

V Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.

V Kyrie, eléison.
R. Kyrie, eléison.


V Cristo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Christe, eléison,
R. Christe, eléison.


V Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.

V Kyrie, eléison.
R. Kyrie, eléison. 


Sacerdote. Padre Nuestro...
Sacerdos. Pater noster...

V Y no nos dejes caer en la tentación.
R. Mas líbranos del mal.

V Et ne nos indúcas in tentatiónem.
R. Sed líbera nos a malo.


V. Salva a tu siervo (sierva) Señor.
R. Dios mío, porque espera en ti.

V. Salvum (-am) fac servum tuum (ancíllam tuam)
R. Deus meus, sperántem in te.


V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.

V. Dómine, exáudi oratiónem meam.
R. Et clamor meus ad te véniat.


V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.

V. Dóminis vobíscum.
R. Et cum spítitu tuo.


V Nuestro auxilio está en el nombre del Señor. V Adjutórium nostrum in nómine Dómini.

CLEMENTÍSIMO Señor, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo, Tú que no quieres que perezca ninguno de cuantos creen en Ti, conforme a la inmensidad de tu misericordia mira propicio a tu siervo (sierva) N., a quien recomiendan la verdadera fe y la esperanza cristiana. Vísitalo (visítala) para que lo (la) salves y concédele benignamente el perdón de todos sus pecados, por los méritos de la pasión y muerte de tu Hijo Jesucristo. Que cuando salga el alma de su cuerpo, encuentre en Ti un Juez indulgente, y que, purificada de toda mancha en la sangre de tu mismo Hijo, merezca pasar a la vida eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. R. Amen .

CLEMENTÍSSIME Deus, Pater misericordiárum, et Deus totíus consolatiónis, qui néminem vis períre in te credéntem, atque sperántem; secúndum multitúdinem miseratiónum tuárum réspice propítius fámulum tuum N., que m (fámulam tuam N., quam) tibi vera fides, et spes christiána comméndant. Vísita eum (eam) in salutári tuo, et per Unigé niti tui passiónem et mortem, ómnium ei delictórum suórum remissiónem, et véniam cleménter indúlge: ut ejus ánima in hora éxitus sui te júdicem propitiátum invéniat, et in sánguine ejúsdem Fílii tui ab omni mácula ablúta, transíre ad vitam mereátur perpétuam. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum. R. Amen .
VI - Confesión general.

Se hace la confesión general, que podrá omitirse si ya se ha rezado.

Yo, pecador ...

Confíteor Deo …
Hecha la confesión general del modo habitual, en latín o en lengua vulgar, el sacerdote dice en singular: 

Misereátur tui, etc., Indulgéntiam ... tuórum tríbuat tibi, etc.

SacerdoteDios omnipotente tenga misericordia de ti, y, perdonados tus pecados, te lleve a la vida eterna. R. Amén. Sacerdos. Misereátur tui, omnípotens Deus, et dimíssis peccátis tuis, perdúcat te ad vitam aeternam. R. Amén.

El Señor omnipotente y misericordioso te conceda indulgencia, absolución y remisión de tus pecados. R. Amén. Indulgéntiam, absolutiónem et remissiónem peccatórum tuórum tríbuat tibi omnípotens et miséricors Dóminus. R. Amén.

VII - Bendición Apostólica.
Luego, elevando la mano derecha hacia el enfermo, da la Bendición:

Dóminus noster Jesus Christus, Fílius Dei vivi, qui beáto Petro Apóstolo suo dedit potestátem ligándi, atque sol di, per suam piísimam misericórdiam recípiat confesiónem tuam, et restítuat tibi stolam primam, quam in Baptísmate recepísti: et ego facultáte mihi ab Apostólica Sede tribúta, indulgéntiam plenáriam et remissiónem ómnium peccatórum tibi concédo. In nómine Patris, et Fílii, ╬ et Spíritus Sancti. R. Amén.

VIII - Conclusión.
Per sacrosáncta humánre reparatiónis mystéria remíttat tibi omnípotens Deus omnes prteséntis et futúrae vitae poenas, paradísi portas apériat, et ad gáudia sempitérna perdúcat. R. Amen.

Benedícat te omnípotens Deus, Pater, et Fílius, ╬ et Spíritus Sanctus. R. Amen.


IX - En los casos de cierta urgencia.

En caso de necesidad es suficiente decir:

Ego, facultáte mihi ab Apostólica Sede tribúta, indulgéntiam plenáriam et remissiónem ómnium peccatórum tibi concédo, et benedíco te. In nómine Patris, et Fílius, ╬ et Spíritus Sanctus.
R. Amen.
X - Rúbricas.

Cuando esta Bendición Apostólica se imparte a varios enfermos a la vez, se dice todo lo anterior una sola vez, cambiando solamente el singular por el plural.

Luego rece el sacerdote las oraciones de la Recomendación del alma con la mayor devoción posible, y exhorte a los familiares y presentes que recen al mismo tiempo por el moribundo.

Catecismo Tradicional.