martes, 27 de enero de 2009

El soldado protestante y el Icono de María

"1939, nuestras tropas (alemanas) ocupan un pequeño pueblo no lejos de Varsovia. Extenuados después de una marcha forzada, nos instalamos en una casa burguesa. Pedimos mas que nos dejaran dormir, a pesar del silbido de las balas y las explosiones de las bombas que se hacían cada vez más fuertes y violentas.

De repente, se oye un ruido espantoso, el cielo se hunde. Una explosión. Nubes de polvo. Prisionero entre una viga, sillas rotas y camaradas muertos, consigo salir ileso y recobrar aliento.

La casa no es más que descombros. Solo una parte del muro quedó de pie y en él quedó colgado, intacto, un icono, la imagen de la Madre de Dios, tan venerada por los católicos. Ella tiene en la mano un rosario y me mira con ternura?

Yo soy protestante y no fui educado en la religión. Durante la campaña, he visto que la mayor parte de mis camaradas católicos llevaban una imagen de la Virgen María o un rosario que rezaban con confianza en los momentos difíciles. Yo estaba viendo la imagen cuando una segunda bomba explota, instintivamente me precipité hacia el rincón del muro que aun seguía de pie, descolgué el icono y lo cerré contra mi pecho. La bomba explotó y mató a tres de mis compañeros.

Cuando recuperé fuerzas, todavía tenía la imagen en mis manos. Y ya no pude deshacerme de ella, me la llevé a casa en recuerdo de la maravillosa protección que me había procurado. Con amor, coloqué mi tesoro en el bolsillo interior de mi chaquetón.

Esa misma noche recomenzaron los ataques. Las metralletas sembraban la muerte en nuestras filas. En un momento de calma, palpo en mi cintura mi icono inseparable y me percato que la parte de atrás la tiene cubierta de una gruesa capa de cobre, para mi gran sorpresa en ella descubro incrustada una bala; la bala que me hubiera traspasado el corazón. Conmovido con las lágrimas en los ojos y pleno de reconocimiento, me puse el icono de mi querida Señora directamente sobre el corazón.

Hace ya muchos años de eso, pero jamás olvidaré cómo el icono de la Madre de Dios me salvó la vida. Les conté la historia a mi mujer y a mis hijos. Todos veneran con amor a quien les devolvió un padre sano y salvo a sus hijos y un marido a su esposa.

Hoy la imagen en nuestra casa está puesta en un lugar de honor, adornada con flores y velas encendidas, y cada día mi familia se reúne en torno a ella, para ofrecerle nuestras oraciones."


Saarbrucken, 22. 11. 1948 (según A. Dewald). Incluido y traducido por el Hemano Alberto Plfeger, marista, en su Compendio Mariano, 1980

Fuente: Un minuto con María

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